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LA EMANCIPACIÓN DE LA MIRADA.

 

 

Visualizar al visitante.

 

 

«La cámara es el arma ideal de la consciencia»

(Sontag, 198: 14)

 

 

 

Los estudios de público realizados en instituciones culturales contemplan parámetros que poco o nada tienen que ver con la  experiencia del visitante ante la obra expuesta. Cuestiones como su procedencia o el medio por el que conocieron el evento, se encuentran notoriamente en relación con la  idoneidad de los mecanismos de difusión que la institución utiliza. Adjuntar a los anteriores datos, el tiempo de permanencia en una sala o la frecuencia de sus visitas, preguntas frecuentes en este tipo de prácticas, continua sin indicar el comportamiento visible del público ante lo expuesto. ¿Cómo registrar entonces sus reacciones, distracciones o intereses? 

 

¿Tomar imágenes sin la consciente participación del público en las mismas, confirmaría la existencia de un visitante tipo? ¿Comprobaría la institución  a través de las éstas, que lo pretendidamente interesante no siempre lo es? ¿Estan los recorridos del público manifiestamente condicionados por la museografía impuesta?

 

Por tanto, con el objetivo de precisar estas y otras cuestiones, entendemos la conveniencia de fotografiar al visitante, pues ello supone visualizar su realidad, hacerle visible. 

 

«Lo visible, está siempre al otro lado de nosotros. Por el contrario, la realidad visual está siempre en el lado de acá, en éste, en nuestro lado, es siempre nuestra porque la hemos hecho nosotros. La realidad visual ya es humana, personal, y por tanto, construida. Apenas ha sido visto, lo visible se transforma en visual, y empieza a ser querido u odiado, interpretado, comprendido o ignorado. Mientras que la realidad visible es ajena a nosotros, la realidad visual es innegablemente valiosa o indigna, deseada o despreciada. Por su parte, lo visual solo vuelve a convertirse en visible para los demás cuando se plasma en imágenes, y aquellos que se dedican a hacer visual lo visible, como chamanes con poderes taumatúrgicos, los que son capaces de saltar el abismo entre una y otra cara de la moneda, son los constructores de imágenes». (Roldán Ramírez, 2010: 17)

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