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B. RUDOFSKY

Mediar entre las imágenes y el visitante, supone añadir un cierto grado de subjetividad a la experiencia estética. Uno media y a la mediación le acompaña lo determinado por el artista, el comisario y el propio espacio expositivo. La visión del mediador sobre lo que posteriormente ha de ser "contado" o acercado tiene a menudo que ver mas con un discurso establecido previamente por quien más tarde casi nunca esta presente en la reacción y relación de lo que previamente había ideado. En raras ocasiones el mediador puede intervenir en el proceso previo de elaboración expositiva, quedando relegado a un producto final con el que tendrá que "lidiar" con mayor o menor fortuna ante el visitante.

 

«Este tipo de acciones educativas, como actividades compensatorias, se corporeizan con una obstinada invisibilidad de las estructuras de poder y de los discursos construidos, sin una relación política con la institución y sin más legitimación que el discurso de la historia arte contemporánea, los parámetros discursivos del comisario y un populismo patriarcal que identifica el trabajo con la diferencialidad de públicos con la simplificada formula de “de pan y circo”. Los educadores (sub-representados como “guías” o “monitores”) son vistos como fuentes de información, de reconocimiento, y de continuismo domesticado de las tesis de los comisarios, como una bebida energética de usar y tirar o como simples contenedores de conocimiento a devorar por el público sin un proyecto educativo detrás. Este aspecto claramente reduce el diálogo, el intercambio y las posiciones diversas donde el conocimiento es construido socialmente, además no articula la misma práctica educativa como una práctica política inscrita en unas relaciones de poder determinadas, y menos aun contempla la Institución Arte como “ un campo relacional (..) el cual esta interconectado con multifacéticas y complejas estructuras sociales». (Mörsch, C. 2007, 224-228)

 

Ser sujeto activo frente a aquellas imágenes con las que diariamente te sitúas junto al visitante, excluido en la consideración previa del proyecto, no puede compensarse más que acudiendo a la realidad de lo expuesto, tratando de obtener un discurso propio al que unir al institucional y  que se ha de armar junto al del sujeto mediado.

 

«Por todas partes hay puntos de partida, cruces y nudos que nos permiten aprender algo nuevo si recusamos, en primer lugar, la distancia radical, en segundo lugar, la distribución de los roles y, en tercero, las fronteras entre los territorios. No tenemos que transformar a los espectadores en actores ni a los ignorantes en doctos. Lo que tenemos que hacer es reconocer el saber que pone en práctica el ignorante y la actividad propia del espectador. Todo espectador es de por sí actor de su historia, todo actor, todo hombre de acción, espectador de la misma historia». (Ranciere, 2010: 22)

 

Es por ello, que tratar de entender y apreciar en primera persona éstas imágenes, supone acudir a los lugares ahora expuestos con el fin de aprehender su esencia.

Frigiliana.

La Casa.

La Calle.

Alpujarras.

Archivos fotográficos de Bernard Rudofsky.

Fotoensayo. Paralelismos y referencialidad en torno a B. Rudofsky.

 

Izq. "Sin titulo". B. Rudofsky. 1973.

Dcha. "Pies en Frigiliana". Gema Rocío Guerrero Higueras. 2014.

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